EL GRAN GATSBY II PARTE
Para entender la
importancia del vestuario de esta película hay que contextualizar la época, la
característica más acusada del estilo años 20 es que la largura de los vestidos
subió hasta la pantorrilla (debajo de la rodilla), hasta entonces una largura
“decente” situaba el dobladillo justo a la altura del tobillo, así que esta
moda fue toda una revolución para la imagen de la mujer.
Con esto llegó la
silueta recta y andrógina, con una fuerte tendencia por disimular el busto, y
con corte a la cadera.
Ha habido un poco de
chascarrillo porque desde la productora se asegura que el vestuario de Daisy
(la prota) ha sido diseñado sólo por ella y el resto por Miuccia Prada, pero en mi
humilde opinión, sólo hay que ver las fotos de los estilismos para descubrir que
estar a la altura de la creatividad de Miu es muy difícil...
Suyos son un total de
20 vestidos, reinterpretaciones a Art Decó de prendas de colecciones pasadas de
la casa Prada. Para la elaboración de estas prendas se utilizaron tejidos muy ricos y exóticos como:
taffetas de seda, lamés, terciopelos, pieles teñidas, plissés, pailletes, bordados, incrustaciones de pedrería…
Con respecto al
color, hay una dirección hacia tonos vibrantes y oscuros, diseñados para vestir la noche,
pero para transmitir la dulzura e ingenuidad que tiene el personaje femenino
interpretado por Carey Mulligan se reserva una paleta cromática con nudes, perlas, rosas y malvas.
El vestido más caro
de la colección es el último de la imagen superior, el crisol de araña que lleva Carey Mulligan en la fiesta de
la mansión de Gatsby, con un coste de 20.000$.
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